Salinas M. Eduardo
POLÍTICA CON FUNDAMENTO
16 OCT. 2020
Es importante tomarnos una pausa y reflexionar sobre nuestra realidad social y política, cuestionar las acciones que realizamos como bolivianos preguntándonos qué hicimos para que nuestro país surja de una situación histórica por demás caótica ya descrita por los historiógrafos en sus libros.
¿Será que avanzamos o retrocedimos con el transcurrir del tiempo?, o ¿Acaso simplemente andamos en el vaivén cíclico de la historia, sin conocernos ni comprendernos plenamente como entidad social, aglutinada en esta forma de organización a la que llamamos Estado?…
Alcides Arguedas se preocupó en describir al boliviano desde un punto de vista crítico, con exageraciones o imprecisiones, con desestimaciones o aciertos en un contexto diferente, pero con similitudes hoy.
Pueblo enfermo, fue escrita en 1909 a manera de ensayo y como contribución descriptiva de la psicología del boliviano(a), además leída, analizada y criticada en diferentes universidades del mundo. Debemos tomar en cuenta que, en un contexto histórico, Bolivia había salido de 2 acontecimientos importantes, la guerra federal de 1899 y la guerra del Acre que vino inmediatamente y se prolongó hasta 1903.
El autor, indudablemente se vio afectado por los acontecimientos de la primera, en especial de las masacres de Mohosa y Ayo Ayo, donde la prensa escrita de ese entonces describía al “indio” como un ser sin alma ni sentimientos, características que también refleja en su obra.
1er. Apunte.
Lo étnico en Bolivia, lo describía como un problema, catalogaba al mestizo de la siguiente manera:
“el cholo en cuanto sale de su medio ya es señor, y, por lo tanto, pertenece á la raza blanca” (p.32).
Esta descripción, me trae a la mente el concepto de “Colonialidad del ser”, como un proceso por el cual se constituyó y afianzó una forma de pensamiento hegemónico, que se generalizó en las sociedades coloniales y se arrastra hasta hoy; este pensamiento aún está vigente y es lo que hace que muchas personas quieran anular sus raíces originarias y anhelen la “blanca”.
El problema radica, en que no podemos comprender que “debemos dejar de anhelar ser o intentar aparentar ser lo que no somos”; tan solo reflexionando sobre tal cuestión a partir de lo citado por Arguedas, comprendemos que aún estamos enfermos sino convalecientes en cuestiones de identidad.
Las consideraciones fenotípicas que Arguedas hace al referirse sobre los habitantes de diferentes zonas geográficas del país, son tomadas de una manera grotesca por algunos, pero reflexiva por otros; dejando a un lado tales consideraciones, deberíamos más bien enfocarnos a la descripción del contexto que plantea y cuestionarnos constructivamente si esa descripción aún se mantiene en pleno s. XXI.
2do. Apunte.
“El odio contra los blancos, ese odio inextinguible y consciente porque nace de la crueldad que éstos usan con los suyos” (p. 42).
El odio como expresión (de los anhelos frustrados – cita mía) que describe al referirse a los “indios” contra os “blancos”, es una cuestión social llena de injusticias que como mencioné anteriormente, se arrastra desde la colonia y la república.
Podríamos justificarla en el sentido de que esta población mayoritaria, por cierto, fue víctima de abusos y promesas incumplidas por doquier; cito por ejemplo el hecho de que el 24 de diciembre de 1898 (aprox.), José Manuel Pando, como jefe del ejército federal, se dirigió a Sica Sica y otorgó a Zárate Willka el grado de Coronel de las fuerzas Indígenas, como aliado en la guerra federal de 1899 bajo 3 promesas: Abolir el colonato, Hacer efectiva la participación de la población indígena en la vida política de la República asegurándole le la 2da. Presidencia y restituir las tierras comunitarias.
Como muchas, esas promesas fueron incumplidas, Willka fue asesinado y la situación de sus pares no cambio en nada; hoy en día en una miscelánea de actores, algunos “blancos”, “descoloridos” mestizos o “blanqueados” indios, nos infringimos daño unos contra otros, producto ya no en términos de “raza” en la conceptualización de Arguedas, sino en un sentido de clases sociales u orientación política, aunque quedan lamentablemente expresiones de racismo y discriminación alentadas por algunos, especialmente en coyunturas electorales como la que vivimos ahora.
Aún, no pudimos superar esa enfermedad social; debemos comprender que todos somos bolivianos con los mismos derechos y prerrogativas.
3er. Apunte.
“Ruda y torpe, se siente amada cuando recibe golpes del macho; de lo contrario, para ella no tiene valor un hombre…En los combates lucha a su lado, incitándole con el ejemplo, dándole valor para resistir. La primera en dar cara al enemigo y la última en retirarse en la derrota, jamás se muestra ufana del triunfo” (p.43).
Respecto a la mujer, es interesante destacar su valentía (Arguedas así lo hace) ante las adversidades o en la lucha social; pero la primera parte llama la atención. La rudeza de la mujer indígena o mestiza, se ve opacada indudablemente por su amor maternal, personalmente no estoy de acuerdo con la “torpeza” que describe, pero me detengo en la violencia de la que es víctima.
La violencia contra la mujer es aún un flagelo del cual no nos libramos; a la fecha se han registrado más de 83 feminicidios (solo en 2020) y según la ONU Bolivia reporta el índice más alto de violencia hacia la mujer, donde 7 de cada 10 mujeres son víctimas de algún tipo de violencia.[1] Es otra enfermedad de la que debemos librarnos.
4to. Apunte
El cholo “si no tiene nada, será fanático por las violentas ideas de reivindicación de los derechos sociales, y llegará al anarquismo intransigente y feroz; así como, si posee algo, será conservaros intolerante, irreductible…” (p. 63). “Es la clase dominadora, desgraciadamente, en el país” (p. 65).
Sobre la política, Arguedas observa tal situación como espectador y cita a Nietzsche conceptualizando al mestizo como poseedor de un “espíritu ovejuno”; ¿acaso no le parece familiar tal expresión que hoy en día repiten muchos(as) en las redes sociales o discursos políticos solapados?
Existe en nuestra coyuntura política actual, fanatismos de varios lados, en un marco del pensamiento ideológico, político y económico que podría justificarse o no, a esto debemos añadir las clases sociales y los grupos de poder.
Los derechos sociales bajo la perspectiva de Arguedas, quedan seguramente restringidos por la ideología liberal que propugnaba, ya que fue electo diputado por ese partido en 1916, quizá también encuadre en su propio concepto de fanatismo.
Hoy en día, la concepción de reivindicación de los derechos sociales es plenamente comprendida y en comparación al contexto en que fue escrita la obra, podríamos decir que avanzamos mucho en reivindicarlos, aunque nunca será suficiente mientras la brecha social y económica no se reduzca.
Debemos también comprender que a principios del s. XX, tiempo en que fue escrito “Pueblo enfermo”, el sistema educativo estaba aún en pañales; se ingresaba al periodo de las primeras reformas educativas ya que apenas un 2 % de la población cursaba primaria (1900) y el porcentaje asignado por el estado a la educación no pasaba del 5.9 % que era insuficiente.[2] En 1909 de 1.700.000 Hab. Solo sabían leer 210.000; el acceso a la educación era restringido y elitista.
En consecuencia, partiendo del grado de analfabetismo existente, es comprensible que la población era fácilmente manipulable políticamente.
Hoy en día, el analfabetismo absoluto es muy bajo en porcentaje, pero lo preocupante es el analfabetismo funcional y será esa condición que afecta a muchos en su capacidad de comprensión de los fenómenos políticos y económicos al momento de verter opiniones o iniciar adhesiones políticas.
En referencia a “la raza blanca”, Arguedas la describe como “Holgazana y parca en ambiciones…” (p. 65). No olvidemos que Bolivia ingresa al periodo liberal, en consecuencia, podríamos inferir que parte de esa población (con ideas conservadoras) estaba aún tratando de comprender los beneficios que podría traerle esa nueva visión de “libertad” en el plano económico.
Recordemos que el liberalismo no es estático, evoluciona y se transformará posteriormente en neoliberalismo, cosa muy lejana de comprender en 1900, ya que el país tendría que pasar todavía a manos del poder de los republicanos en 1920.
5to. Apunte
“Engañar al Estado no es engañar a nadie” (p. 97).
¿Corrupción? No es novedad, Alcides Arguedas ya hacía referencia a ello; si tendríamos que escribir sobre el tema, estoy seguro que ocuparíamos bastantes tomos.
Existió corrupción generalizada en la administración liberal y fue motivo para que el partido republicano se fortalezca, no olvidemos que este partido surge del propio partido liberal, es decir se divide y es liderado por José María Escalier, Daniel salamanca y Bautista Saavedra.
Hoy en día, la corrupción es noticia diaria, ningún gobierno se salva, es un mal contemporáneo donde efectivamente la premisa de “engañar al Estado no es engañar a nadie” se cumple. ¿Qué hacer al respecto?
6to. Apunte.
“Los periódicos de Bolivia constan, por lo común, de cuatro páginas, de las que dos están reservadas a los anuncios y reclamos…” (p. 129)
“Se dedican a insultar al gonbernante o a ensalzarlo hasta el extremo. Incluso algunos artículos abundan en latín, para que suenen más rimbombantes”. (p. 130)
Los medios de comunicación tal parece que arrastran esa costumbre hasta hoy; es evidente observar sus contenidos, sus noticias y aunque ya no poseen solamente 4 páginas (prensa escrita) y aparecieron con las nuevas tecnologías otros medios; el accionar es el mismo.
Insultos, amenazas de ministros, intervención de diputados y senadores en las redes sociales vertiendo banales acusaciones sin prueba; medios difundiendo encuestas dirigidas en coyunturas electorales, noticias falsas, etc., etc. Nada cambió.
La propiedad de los medios y la línea política que adoptan es determinante, además el uso de estos bajo la lógica de constituirse en “Aparatos ideológicos del Estado” en la concepción de Louis Althusser, es innegable.
¿Se olvidaron entonces de los 4 pilares de la comunicación que son informar, orientar, educar y entretener? Se pone un énfasis diferente en 3 de ellos y es que los medios solamente informan y orientan a partir de sus intereses económicos y políticos; entretienen con contenido chatarra para “embobar” a su audiencia y le restan importancia a la función educativa.
7mo. Apunte
“El parlamento boliviano está compuesto – como casi la mayor parte de los parlamentos de los países sudamericanos – de dos grupos: del que incondicionalmente ataca al gobierno y del que sistemáticamente lo apoya” (p. 110)
Se pone en entredicho la capacidad que tuvo el Estado Boliviano al momento de lograr consensos entre las unidades políticas a la que representan los senadores y diputados, un factor clave incluso para criticar la situación de inestabilidad campante hasta hoy.
Es triste leer la historia boliviana, conocer por ejemplo que en plena guerra del pacifico se daban golpes de Estado, mientras que Chile realizaba elecciones generales; o ver en plena campaña del Chaco la caída de Salamanca y disputas sobre el mando militar, mientras Paraguay rebosaba de unidad.
Necesitamos un remedio para parar esto, no es posible que los disensos hagan imposible acuerdos en pro del progreso de la patria y que los intereses partidistas estén por encima.
Hoy en día observamos pedidos de apoyo por parte de algunos políticos a la ciudadanía en plena coyuntura electoral con bases fundadas en el odio más que buscar el consenso de buena fe.
¿Qué nos deparará el futuro si no cambiamos esta situación?, ¿Cuál será el destino de las nuevas generaciones?
No cabe duda que la obra de Alcides Arguedas está más vigente que nunca y se acomoda en muchos aspectos en describir la “enfermedad” que aún tenemos los bolivianos como sociedad.
Siete apuntes no bastan para describir nuestra realidad actual, y el objetivo del presente artículo es llamar a la reflexión a quien lo lea para que tome conciencia de nuestra realidad y vea más allá por lo que invito cordialmente a leer su obra y será Ud. quién saque sus propias conclusiones.
Salinas Martínez Eduardo
POLÍTICA CON FUNDAMENTO
[1]http://www.nu.org.bo/noticias/naciones-unidas-en-linea/bolivia-reporta-indice-mas-alto-de-violencia/
[2] Población estudiantil y alfabetismo: Herbert 8. Klein, Parties and Political Change in Bolivia 1880-1952. Cambridge, Cambridge University Press, 1989, p. 392