Salinas M. Eduardo
POLÍTICA CON FUNDAMENTO
30 ENE. 2021
Las encuestas a lo largo de nuestra historia, se constituyen en un instrumento para conocer los gustos de un grupo de personas en referencia a un producto o adelantarse a los resultados de una competencia electoral antes que esta se realice.
No es de extrañar que en sus inicios carecía de valor científico y metodológico, tal el caso de la encuesta de los periódicos norteamericanos (Harrisburg Pensylvanian y Raleigh Star) a finales del s. XIX, considerada como la primera encuesta por correo; por supuesto que los resultados que presentaba no tuvieron una gran influencia en su público, pero generó de alguna manera el debate local.
En 1936, la revista Literaty Digest también realizó una encuesta con una muestra de 2 millones de personas para la elección presidencial donde los datos obtenidos fueron incorrectos. Otra encuestadora rival a la cabeza de George Horace Gallup, tan solo con 5 mil encuestas pronostica el triunfo del candidato demócrata Roosevelt y acierta.
De ese modo, y con esos dos ejemplos de los muchos que hay, comprendemos que las encuestas de opinión, percepción o tendencia electoral por muestreo, iniciarán en el continente y son replicadas en todo el mundo con la creación de innumerables encuestadoras privadas.
Hasta este punto, todo está bien y las encuestas electorales están bajo el influjo de la veracidad de sus datos e interpretación cuantitativa.
En Bolivia, ya en la década de los 80 luego de haber recuperado la democracia, se recurrieron a las encuestas pre electorales realizadas por algunos medios de comunicación como radio Fides, ya ingresando incluso a resultados en boca de urna con la encuestadora francesa (IPSOS) desde 1997, llegando CIESMORI una empresa de investigación de mercado boliviana que opera desde el 2017.
No podemos negar que la ciudadanía siempre estará expectante a los resultados electorales más con la incorporación de la tecnología que facilita su difusión, pero no es de extrañar que, con la evolución mediática, sean estos tradicionales (tv, radio, prensa escrita) a medios tecnológicos (redes sociales, prensa digital, etc.) se comprendió que se puede direccionar la preferencia electoral mediante los estudios de percepción y sus respectivas tendencias favoreciendo a unos en desmedro de otros.
De la acción consciente a la acción dirigida
Últimamente, el trabajo de estas empresas de investigación de mercado (electoral), han tenido una laboriosa intervención en la direccionalidad del voto del ciudadano, publicando encuestas irreales y dirigidas a favorecer a cierto candidato, partido político o agrupación ciudadana; este fenómeno, no solo ocurre en Bolivia, sino en todo el mundo, aunque no es regla general, pero se ve más a menudo y como una estrategia más.
Podríamos entonces incorporar el concepto de “calidad” en la labor de estas encuestadoras, donde lamentablemente se ven descubiertas en su accionar parcializado.
¿Cómo sucede eso?
Surgen varias cuestionantes:
- ¿Es la empresa encuestadora la interesada en dirigir el voto del ciudadano?
- ¿Es el medio de comunicación el interesado a partir de la adhesión política o favores económicos del dueño o sus accionistas, querer favorecer a un candidato en especial?
- ¿Es el político y su partido en carrera electoral el interesado directo en contratar los servicios de empresas encuestadoras, pidiendo que lo favorezcan en el porcentaje de preferencia electoral para direccionar el voto del ciudadano?
Personalmente me quedo con las dos últimas, en el entendido que la empresa encuestadora cobra por sus servicios, pero en vista de que su imagen y prestigio están en juego, las tarifas serán altas.
En el caso de la segunda, no debemos descartar del todo la parcialidad de algunos medios de comunicación con algún candidato, mostrando un favoritismo innegable y perceptible con claridad por el ciudadano; en Bolivia como en otras partes del orbe, los medios juegan una labor fundamental en este aspecto y podemos mencionar el caso de “El Clarín” en Argentina, “El Mercurio” en Chile; en Bolivia «Página 7», Unitel, radio «panamericana», «El Deber», «Los tiempos», etc., claro está que existen otros medios y grupos empresariales grandes o pequeños de la comunicación en este afán.
En el tercer caso y es lo más probable que suceda, es que resulta muy lucrativo al candidato y su partido, contratar una encuestadora y quedar con esta, un “ligero aumento” en las encuestas. Lucrativo por que se ahorran bastante dinero y simplemente se difunden los “resultados” de la encuesta realizada de una vez, en programas amarillistas creados para tal efecto. Son más efectivas que las cuñas publicitarias.
CIESMORI en el ojo de la tormenta
Queda como antecedente la labor de CIESMORI (como caso emblemático de las muchas otras que operan en Bolivia) y los resultados difundidos para las elecciones nacionales de 2020, brindando un panorama halagüeño pero irreal para el candidato Carlos Mesa de CC, pronosticando (intencionalmente) una segunda vuelta con el candidato Arce del MAS y posicionando tercero al candidato Camacho de CREEMOS.
https://www.dw.com/es/encuestas-vaticinan-una-segunda-vuelta-en-bolivia/a-55238208
Ahora, nuevamente para las elecciones subnacionales a realizarse el domingo 7 de marzo del presente año, esta encuestadora es utilizada (¿?) para realizar la misma estrategia, confundir al ciudadano y direccionar su voto al favorecer a diferentes candidatos a la gobernación o a la silla edil a nivel nacional mediante la red UNITEL.
El ciudadano común, no conoce los datos técnicos que manejan las encuestadoras, el margen de error, la desviación estándar, etc.
¿Existen sanciones a esta actividad?
En otros países, se implementan diferentes sanciones a empresas encuestadoras y medios, incluso punitivas por su accionar de “mala fe”; no olvidemos que el tema electoral es importante ya que afecta directamente a la democracia de un Estado. En Bolivia, las encuestadoras no se pronuncian y algunos medios solo “piden disculpas” a sus lectores luego de tratar de justificar la difusión de encuestas erróneas y mal intencionadas.
https://www.paginasiete.bo/opinion/editorial/2020/10/23/el-error-de-las-encuestas-272501.html
Si las fichas técnicas que utilizan estas empresas implican un margen de error elevado, no deberían ser consideradas serias, más aún si la desviación estándar supera incluso el 40%; la manera de realizar la encuesta también debe ser verificada desde la base de datos o muestra realizada.
La CPE, establece en el Art. 26 que el derecho a la participación del ciudadano en los procesos electorales, debe ser en “plena libertad”, esto implica que es el fundamento primordial del voto, incluso en la formación de su preferencia y/o adhesión política, tomando en cuenta que las encuestas vía teléfono o celular no están permitidas por la normativa boliviana y carecen de legalidad.
Lo que hacen estas encuestadoras es vulnerar este principio, direccionando la preferencia a algún candidato. No se puede tolerar de ninguna manera en un Estado de Derecho y es deber del Tribunal Supremo Electoral regular estas acciones mediante una normativa puntual y directa.
En ese sentido, vemos que la democracia está siendo vulnerada y dirigida por estas empresas encuestadoras además de lucrar descaradamente en diferentes países, cobrando sumas de dinero que superan cientos de miles de dólares cuyos resultados además son socializados por empresas televisivas, radiales y prensa escrita además de las redes sociales; estos medios también deberían ser sancionados por realizar la difusión de estas encuestas distorsionadas.
Esperemos que el TSE se pronuncie y que – según mi opinión – si no existiese control técnico, auditoría, supervisión y normativa en las encuestas de tendencia electoral, mejor que se suspendan y se prohíban su difusión mediática, o en su defecto, se sancione a quienes incurran en estos irregulares actos.
Salinas M. Eduardo
POLÍTICA CON FUNDAMENTO